Mi foto
Nombre:
Lugar: Argentina

martes, 18 de agosto de 2009

DESPEDIDA AL AMIGO - escrita por el Dr. Jaime Verdaguer González el 16-09-07

Hablo en nombre de un grupo de amigos que, apenas hace unas pocas horas, nos enteramos de la muerte del Dr. Soria Vildósola, de cuya cercanía en el afecto nos preciábamos.

No nos será fácil buscar consuelos ni cubrir el lugar que deja pues, si bien el ser humano es de alguna manera único e irrepetible, en el caso del amigo que despedimos hoy, era un paradigma y ejemplo de conducta señera.
Mencionar al Dr. Soria Vildósola es hacer referencia a una persona moralmente intachable, pues se había trazado desde joven un camino de rectitud y honorabilidad que lo hacía, no sólo querible, sino respetado; jamás se apartó de las líneas que marcaron su andar, ni nada ni nadie le podía torcer de ellas. Su convicción de que esa era la única forma de manifestarse en el mundo era granítica; quizá lo absorbió en su propia casa paterna, a través de su padre, que fue en su momento ¨el Juez por antonomasia¨.-
Tanto en su vida privada como en la profesional, Soria Vildósola estaba siempre encuadrado entre sólidas normas morales, a las que se sometía sin condicionamiento, con espontánea decisión y sin dilación alguna. Esa condición le era reconocida por quienes alguna vez tuvieron trato con él y, con la fuerza que el prestigio y la fama le dan de universalidad, de generalidad, aún los que no lo conocían de trato personal sabían que era un hombre de bien.-
De manera paralela, las profundas convicciones cívicas le situaban entre los amantes de la libertad y de los principios republicanos; la misma coherencia entre conducta privada o profesional y principios morales le sostenían, tanto en la vida privada como en la pública. Así, en el plano de la actuación ciudadana o política, sus convicciones liberales y republicanas eran la base de la cual arrancaba, denostando siempre, por ello, la demagogia, el populismo, las dictaduras y las arbitrariedades que ellas conllevan.-
Por todo ello ha de resultar difícil conjurar su ausencia, pues toda esa conducta vertebrada sobre tan excelsas normas le hacían una persona respetabilísima y nos hacía, por ello, sentir el orgullo de ser sus amigos.
Estas deshilvanadas palabras, dictadas por el apuro, no serán nunca suficientes para ponderar al amigo que despedimos, pero son dichas para demostrar el agradecimiento por habernos considerado sus amigos, agradecimiento que hoy está trocado en dolor... Descanse en paz ...